martes, 8 de septiembre de 2015

hoy usaste
la palabra capullo
y tuve el impulso
de agarrar tanto tus manos
mecerlas con el coraje
de saber que guardan
nuevas aventuras.
Ah,
hoy tuve sí
la imperiosa necesidad
de lavarnos juntos las manos
delicadamente.
Cada vez que nos convoca
el estrecho refugio
se alinean árboles
en un infinito perfecto
y hasta el más felino conflicto
queda atrás de la ventana.
Estamos, de pronto
en la ruta
del más tranquilo de los sueños.
Sentí hoy
la curiosa religión
que me conduce a tus párpados
cuando busco, sin querer
seguir estando despierta.
Vuelve, abierto, el movimiento de los astros:
ya no hay secreto
cada día
con ternura
nos seguimos buscando

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