Mientras tanto, en el cartel luminoso que presidía indudablemente el pasillo del colectivo se veían las letras rojo señal de las banales noticias sobre tenis; afuera se observaban los restos de un atardecer despiadado, y en el fondo de esa calle se distinguían apenas unas luces de poco resplandor. Pero yo; yo sólo podía pensar en eso. Miraba a la gente que subía y bajaba dejándome sola en mi asiento gris, escuchaba las melodías que me gritaban los motores desde adentro de sus plásticos de colores... No, relamente no estaba mirando, realmente no estaba escuchando... Estaba metida dentro de mis pensamientos; entre las raíces profundas de un sentimiento que escondía mi máscara, mi cuerpo. Este viaje me ardía en cada centímetro de la piel.
Quién mutiló la sombre de ese largo atardecer, no lo sé; sólo sé que mi cabeza seguía volando por encima de las carteleras con luces que oscurecían los pronósticos con sus cielos parcialmente nublados. Miré por la ventanilla; el cielo estaba de un azul extraño que me aplastaba hacia las profundidades de un mar inundado de penas sumergido en mi cabeza, en mi pecho, en mis pies.
Imposible. Era, simplemente, imposible: ésto nunca había pasado, sólo lo estaba imaginando; yo nunca me había subido a este lugar, nunca había ido a ese lugar; nunca-había-sujetado fuertemente esas manos por última vez.
En la cartelera de luces estaban pasando chistes sobre japoneses... una alegórica sonrisa surgió en mis labios. El mundo seguía girando. Tus manos ya no yacían cómodamente en sus bolsillos como siempre, sólo estaban echadas inútilmente contra la tierra mojada del vacío en una noche fría...
Ahora estoy abajo, en la calle, perdida entre algodones de azúcar; entre sueños nocturnos que se tiñen de un rosa brillante. Qué más da, esto es un refugio entre las paredes de la cueva del cancerbero, nada es demasiado diferente, todo es una inmunda mezcla verde y gris de lo que nunca fuiste vos.
Me voy, dejando como legado al mundo el llanto de los pasos en silencio; la melodía de las lágrimas rodando por haberte perdido.
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