él decidió
girar la cabeza
justo al final del insomnio
carcomido por un estómago que vence;
y en el giro encontró
su marea de verdades
que envolvían a ese fuego
en el principio del sueño,
quemado cada grano de luz
impregnada en sus ojos de plata
y un segundo de lata
hizo correr su cerebro
hasta el segundo interminable
en el que la cuenta se desarmó
entre sus dedos saltarines.
2 comentarios:
nunca pude estirar los dedos. solamente el dedo gordo es el que se mueve, los demás se mueven por inercia. (estoy hablando del pie, claro).
no sé si es vicio, o qué, pero cada vez que leo "insomnio". y sobretodo en esta poesía, me acuerdo muchísimo de: "... el tercer cigarrillo del insomnio se consumía en la boca de horacio oliveira..." o algo así, me parece que empieza el capítulo tres, ¿no?
vos decile que no hay segundo de lata más maravilloso que el de encontrar los ojos de la maga. que se dé vuelta y listo. ¡qué tanta historia!
un beso, eñe.
(me encanta cómo escribís, y mirá que tengo paladar negro y prejuicios para estas cosas(?))
fe de erratas (busqué mi rayuela, desde adentro de mi morral, capítulo tres, y reza lo siguiente):
el tercer cigarrillo del insomnio se quemaba en la boca de horacio oliveira sentado en la cama.
segunda fe de erratas:
(me encanta cómo escribís) y punto; lo demás son esos bichos que se meten en los bolsillos de los estudiantes de literatura, que aborrezco (y acá no están, en tus poesías).
ahora sí.
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