sábado, 26 de julio de 2008


escapaba de los muros,

escapaba de dormir

entre sus sueños invitados a la cena,

escapaba del silencio

al atacar su camino;

estrategias del naufragio

entre el suburbio de los tiempos,

de sus noches

embaladas en papel;

escapaba de un fantasma del ladrido

que buscaba lo mortal:

un nombre en sus ojos,

un sol en su frente

y misteriosamente

una calle de ciudad,

escondido entre la niebla

inundaba lo impermeable

de unos ojos escapando

a su color,

buscándose entre el miedo a la vida y

los gritos al nacer.


1 comentario:

Ale dijo...

Solemos escaparnos, escondernos, ausentarnos... pero vayamos donde vayamos esas cosas van con nosotros, y terminamos encontrando a cada paso aquello de lo que queremos huír.

El dolor está presente siempre en alguna forma, y aunque el miedo nos paralice muchas veces, también nos resulta liberador cuando decidimos enfrentarlo.

A veces ir al encuentro de algo que nos atemoriza nos hace dar el paso necesario para liberarnos de eso.

Un beso