viernes, 23 de octubre de 2015

con temor, invoco
a la energía
que sabe guardarme
en algún lugar de la existencia.
Hay cielos, acá
que se pudren cada aurora
esperando ser
siempre más bonitos.
Y hay mucho más
allá de la sombra
que no busca ser nombrado:
partes del fuego,
huecos de cosas infinitas
denso material continente
de un brillo misterioso.
Los invoco en silencio
vuelvan a mí
como si fuesen mis huesos
o algo más que la creencia
de una cueva imaginaria.
Acá, los invoco.
Qué más hay, sino
tanto poder incautado.
Quién más
los va a llamar
si están atados
tiernamente
de mis manos.
Vuelvan a mí,
serán bienvenidos
cuando apenas me distraiga
en el claro de un bosque
y sienta un breve cosquilleo
de aire espeso
rodeando de calor a mis sentidos.

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