Me paro, me siento en un punto. Me diluyo, me expando. E.x.p.a.n.d.i.r.s.e. E.x.primirse. Qué otra cosa puede relatar mi lápiz, si llueve por encima y por abajo de esta palmera, si me llueve este mediodía de palabras que parecen estar asumidas en un frasco de mermelada. Y claro, quién sabe, quién puede juzgar. Pero los espejos se quiebran con las verdades, y sin embargo todos nos seguimos admirando. Sos tan lindo. Y si te escribo no es en vano sino porque mi voz no alcanza mis letras, y mis latidos son más fuertes que el viento que me calla. Me marea. Sobre un pañuelito de papel, se despliega mi día de caminos nunca desencontrados. Hay casualidades que rigen este mundo, y por eso no son casualidades.Brindo. B.r.i.n.d.o. Por esos profundos pozos que, ahora, me pertenecen. Por esta soledad que desecha calidades. Por volver a verte. Por la cobardía. La tuya (la mía), la. Es que hay muchos cielos, pero ninguno me contó de las sorpresas que esperaban en tu cajón. Y hay tantas, tantas palabras sin utilizar. Brindo por ellas. No te quiero, la verdad. B.r.i.n.d.o. Quiero que el mar me espere y acompañe mis lluvias, acariciándome despacio, como ninguno. Y escupir el veneno de unos días engañados por estómagos en celo. Y saber que la inocencia es eterna si creo en vos, brindo por eso, por que seas eterno hasta la infancia del camello que nunca lloró, y que mis años me devuelvan los días,y me sumerja en el mar de experiencias vacías. Siempre. S.i.e.m.p.r.e.