jueves, 1 de noviembre de 2007

Escribir el silencio. Saber la oscuridad que atraviesa mis dedos. A mí ya no me importa ver(te), si el balcón acompaña mis versos de angustia y el viento me arrulla en un tono de sueños y soberbia. Ya no veo nada, porque escribirle a la noche no me deja luz, y mis ojos siguen cantándole al sol. Los diarios de un balcón envejecido por las estrellas y las angustias son perecederas, y fue mi decisión gritarte desde la negrura. Las palabras a mí ya no me suenan, no me quieren; soy noche junto a mi viento que lleva mi canto de dolor en el vientre, soy dueña de un faro sin mar que busca encontrarte.

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