domingo, 24 de febrero de 2008


dejar que las hojas caigan en mí
que el viento se lleve mi pelo
como mis lágrimas y tus flores
que la calle escuche mi soledad
(dejar).
Si total,
la amargura de mirarte a los ojos
es el dulce sabor del dolor que me penetra,
y soy un ser masoquista.
Yo besé a los días en el aire
sin dejarlos respirar
un segundo,
en mi cobardía irremediable
miro por la ventana.
Y en ese mirar me refugio por un tiempo
esperando que me duelas,
entonces dejo caerme en la cascada
ser una gota de sangre
que te duele en la nariz.

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